Un gran número de actividades industriales de sectores tales como la cerveza y la malta, el cemento, el papel, el vidrio o la fabricación de fertilizantes por citar algunos ejemplos, se encuentran en una encrucijada estratégica en la actualidad. Por un lado, han de reducir sus consumos de fuentes de origen fósil para reducir sus emisiones de CO2 a la atmósfera; por otro lado, deben seguir siendo competitivas para poder mantenerse en unos mercados cada vez más exigentes y globalizados.