Muchas empresas del entorno rural se enfrentan a diario al reto de suministrar alimentos a nuestras casas o flores a nuestros jardines a precios competitivos, mientras cumplen con las expectativas de sostenibilidad. Históricamente, granjas e invernaderos han dependido de combustibles fósiles como el gas propano y el gasóleo debido a la facilidad de acceso y una logística bien establecida. Sin embargo, el auge de los biocombustibles y la mejora en la calidad de los mismos están redefiniendo el panorama energético del sector primario.