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El papel de la biomasa en la transición energética que viene

Emilio López Carmona, Consejero Delegado de Gestamp Biomass, firma esta tribuna de opinión publicada en Biomasa News de febrero 2020

La actividad de generación de energía eléctrica a partir de biomasa termina la segunda década del siglo XXI con apenas 900 MWe instalados en nuestro país. Desde la primera planta construida hacia mediados de los 90 hasta hoy, el promedio de potencia instalada de biomasa apenas llega a los 30 MWe/año; de los cuales 200 se están poniendo en marcha en estos días.

Este crecimiento lento y arrítmico del aprovechamiento de la biomasa para generación de energía eléctrica contrasta con el crecimiento más acompasado y de mayor volumen proporcional de las instalaciones de generación de energía térmica: estufas de pellets, calefacciones de distrito, etc.

Con más de 80 plantas de producción de pellets en los últimos 10 años como indicador fiel de su crecimiento, este sector avanza a pesar de las dificultades de la escalabilidad y de la necesidad de utilizar biomasas de mayor calidad por las propias características de este tipo de instalaciones.

Mientras que las estadísticas de otras tecnología renovables se miden por decenas de GWe, en España el aprovechamiento energético de la biomasa no ha encontrado aún el marco estable y predecible que impulse un crecimiento sostenido y armonizado del sector.

Probablemente, la mayor complejidad técnica y de gestión de los proyectos de biomasa ha hecho esta actividad menos atractiva inicialmente para los inversores del negocio energético, pero esta circunstancia también ha apartado al sector de los movimientos especulativos que se han conocido en otras áreas.

El uso eficiente de los abundantes y diversos recursos de biomasa autóctonos debe, sin duda, formar parte de la solución al enorme y complejo desafío de una economía sin combustibles fósiles. En este contexto es donde debemos enmarcar el futuro de nuestro sector, que debe ser entendido, y por tanto utilizado, como herramienta polivalente en muchas de las políticas y estrategias necesarias para alcanzar una economía descarbonizada, sostenible y justa.

La generación de empleo de calidad en zonas rurales que fija población en estas áreas, la reducción del riesgo de incendios que ayuda a la pervivencia s nuestros bosques y el incremento de la renta agraria a través de la valorización de los subproductos de las actividades agrícola y forestal hacen de esta actividad un importante componente de la sostenibilidad económica, social y ambiental del sector primario.

Todavía hoy, el análisis lineal y simplificado de la economía de la biomasa como recurso energético supone una barrera para el adecuado desarrollo de esta actividad. Ante los beneficios transversales generados y a los modelos de economía circular de los que formamos parte, los análisis “coste vs beneficio” tradicionales no son ya adecuados.

Los modelos económicos más completos en los que se cuantifica el valor de los elementos antes citados, así como la fiscalidad aportada por la cadena de valor de la biomasa, arrojan sistemáticamente balances muy positivos. Para ilustrar este concepto puede ser útil recordar que en general, de cada 100 € que ingresa por venta de energía una planta de biomasa, entre 60 y 70 € vuelven a la economía local principalmente en forma de compra de subproductos agrícolas y forestales, pago de salarios y contratación de diversos servicios.

El futuro de nuestro sector, por tanto, está ligado y forma parte del desarrollo de los conceptos de economía circular, sostenibilidad, transición justa y descarbonización. Este futuro hoy ya se está concretando en proyectos de captación y utilización de CO2 a partir de gases de calderas de biomasa, en proyectos de producción de energía eléctrica, calor y frío desde una misma instalación (trigeneración) o en la hibridación de la biomasa como energía primaria con otras fuentes renovables como la solar para conseguir una mejor y más barata integración de la energía eléctrica renovable en la red.

Optimismo

La reciente Orden TED/171/2020, de 24 de febrero, por la que se actualizan los parámetros retributivos de las instalaciones de generación eléctrica con fuentes renovables, ha añadido una dosis de optimismo al recoger algunas de las reivindicaciones más importantes de nuestro sector, como el incremento del límite de horas de producción con derecho a retribución a la operación o la fijación de la rentabilidad razonable a más largo plazo.

Son señales positivas desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico -con competencias del antiguo Ministerio de Energía-, que parece que, por fin, empieza a valorar de una forma más global y realista la transversalidad de los beneficios de este sector, más allá del componente puramente energético.

Por tanto, estamos convencidos que el aprovechamiento energético de los recursos autóctonos y renovables, como la biomasa, que pueden aportar tanto energía eléctrica gestionable como energía térmica a demanda, seguirá creciendo para responder a las necesidades de una sociedad que ha decidido apostar, como no puede ser de otra forma, por un futuro sostenible.

 Publicado en Biomasa News nº1 - febrero 2020

 

 

 

 

 

 

 

Asociación Española de la Biomasa